jueves, 11 de enero de 2018

Distancia focal

Después de leer a Laplantine, me queda la impresión de una propuesta de epistemología en la que se reduce la distancia entre el sujeto reflexivo y el sujeto emotivo. Lo cierto es que cuando me he planteado la problemática del conocimiento, sobre todo desde la perspectiva para mí antigua de qué es ciencia y qué no lo es, siempre he optado por entender que el problema tenía más que ver con la óptica, y más en concreto con la distancia y el punto de enfoque, algo así como que cuando te acercas demasiado dejas de ver ciertas cosas y cuando te alejas quizá enfoques mejor pero pierdes detalle, y también que cuando eliges enfocar un determinado objeto (de conocimiento) has necesariamente de desenfocar y dejar de ver aquello más lejano o cercano a tu objeto de estudio, y que dicha elección no sólo va a tener que ver con la perspectiva que adoptes (por ejemplo, soy neuropsicólogo y adopto posiciones más biologicistas, o me alejo y mi enfoque es más sistémico, etcétera), sino también con el grado de asepsia que pretendas en tu estudio, aunque en el caso del observador llamémosle emotivo creo que éste tendría que explicitar algo sobre sí mismo, de alguna manera descubrir sus cartas antes de jugar en sus juegos de transferencia y contratransferencia. En cuanto a la extensión política del tema, me quedo con las referencias de Laplantine a un mundo anestesiado, sin sufrimiento pero también sin placer, extraña distopía ya presente. Y ahora pienso en lo acertado del término “memoria histórica”, que permitiría a los perdedores de todas las historias (coloniales, económicas y políticas) convertir la memoria de su derrota en historia razonada, superando el victimismo para poder volver a ser, a existir.