Después de leer a
Laplantine, me queda la impresión de una propuesta de epistemología en la que
se reduce la distancia entre el sujeto reflexivo y el sujeto emotivo. Lo cierto
es que cuando me he planteado la problemática del conocimiento, sobre todo
desde la perspectiva para mí antigua de qué es ciencia y qué no lo es, siempre
he optado por entender que el problema tenía más que ver con la óptica, y más en
concreto con la distancia y el punto de enfoque, algo así como que cuando te
acercas demasiado dejas de ver ciertas cosas y cuando te alejas quizá enfoques
mejor pero pierdes detalle, y también que cuando eliges enfocar un determinado
objeto (de conocimiento) has necesariamente de desenfocar y dejar de ver
aquello más lejano o cercano a tu objeto de estudio, y que dicha elección no
sólo va a tener que ver con la perspectiva que adoptes (por ejemplo, soy
neuropsicólogo y adopto posiciones más biologicistas, o me alejo y mi enfoque
es más sistémico, etcétera), sino también con el grado de asepsia que pretendas
en tu estudio, aunque en el caso del observador llamémosle emotivo creo que éste
tendría que explicitar algo sobre sí mismo, de alguna manera descubrir sus
cartas antes de jugar en sus juegos de transferencia y contratransferencia. En
cuanto a la extensión política del tema, me quedo con las referencias de
Laplantine a un mundo anestesiado, sin sufrimiento pero también sin placer,
extraña distopía ya presente. Y ahora pienso en lo acertado del término “memoria
histórica”, que permitiría a los perdedores de todas las historias
(coloniales, económicas y políticas) convertir la memoria de su derrota en historia razonada,
superando el victimismo para poder volver a ser, a existir.jueves, 11 de enero de 2018
Distancia focal
Después de leer a
Laplantine, me queda la impresión de una propuesta de epistemología en la que
se reduce la distancia entre el sujeto reflexivo y el sujeto emotivo. Lo cierto
es que cuando me he planteado la problemática del conocimiento, sobre todo
desde la perspectiva para mí antigua de qué es ciencia y qué no lo es, siempre
he optado por entender que el problema tenía más que ver con la óptica, y más en
concreto con la distancia y el punto de enfoque, algo así como que cuando te
acercas demasiado dejas de ver ciertas cosas y cuando te alejas quizá enfoques
mejor pero pierdes detalle, y también que cuando eliges enfocar un determinado
objeto (de conocimiento) has necesariamente de desenfocar y dejar de ver
aquello más lejano o cercano a tu objeto de estudio, y que dicha elección no
sólo va a tener que ver con la perspectiva que adoptes (por ejemplo, soy
neuropsicólogo y adopto posiciones más biologicistas, o me alejo y mi enfoque
es más sistémico, etcétera), sino también con el grado de asepsia que pretendas
en tu estudio, aunque en el caso del observador llamémosle emotivo creo que éste
tendría que explicitar algo sobre sí mismo, de alguna manera descubrir sus
cartas antes de jugar en sus juegos de transferencia y contratransferencia. En
cuanto a la extensión política del tema, me quedo con las referencias de
Laplantine a un mundo anestesiado, sin sufrimiento pero también sin placer,
extraña distopía ya presente. Y ahora pienso en lo acertado del término “memoria
histórica”, que permitiría a los perdedores de todas las historias
(coloniales, económicas y políticas) convertir la memoria de su derrota en historia razonada,
superando el victimismo para poder volver a ser, a existir.
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