Decía Hanna Arendt en Los orígenes del totalitarismo que preocupaba a Platón el haber descubierto, en su pugna con los sofistas, que la persuasión surge de las opiniones y no de la verdad. Las personas que ahora tienen algo que decir, los intelectuales, están callados, convencidos de la inutilidad de discutir con los nuevos sofistas, estos manipuladores de la realidad interesados  en torcer los hechos para demostrar esta o aquella opinión. Vivimos en la era del cinismo, pues al fin todos estamos convencidos de que se está haciendo mal, rematadamente mal, pero somos capaces de soportarlo mientras se mantenga mínimamente nuestro bienestar, mientras yo y los míos podamos soportarlo, aún a costa del vecino. Hasta cuándo, señor, hasta cuándo. Vivimos unos tiempos singulares.

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